Cuando comencé este blog, no pretendía que estuviera dedicado a la maternidad, pero es un tema que domino gracias al tiempo que he dedicado ininterrumpidamente a mis cuatro hijos y a otros bebés de amigos y familiares. Por este motivo y después de dieciocho años, creo contar con cierta experiencia para conversar un poco del tema.
Hace unos días leí en la página de Facebook de BBC Mundo la siguiente publicación: ¿Hay que dejar que los bebés lloren en la noche?
Pueden leer el artículo, pero les haré un muy breve resumen: Según el artículo, se recomienda construir una rutina dirigida a que el bebé se tranquilice, se consuele y se duerma él solo en las noches, resistiendo la necesidad de acudir a calmarlo cuando lloran.
Mi respuesta ante la pregunta es un categórico NO, no hay que dejar llorando a los bebes en las noches. Como ya dije y han podido leer en algunas de mis otras publicaciones, he pasado por varios aprendizajes con mis hijos, he sido acertada, asertiva y desacertada. He cometido errores, los cuales en su mayoría he podido rectificar. En otros me ha tocado pedir disculpas. No he pretendido ser la súper madre que no comete errores, pero aprendí a tener la seguridad suficiente como para equivocarme y aceptarlo. En ese momento di algunas respuestas en la publicación de BBC Mundo en su Fan page, respuestas que amplio en este, mi espacio:
El estudio: no puedo desacreditar a la investigadora a quien no conozco, como tampoco tengo conocimiento de la metodología utilizada por la misma. El problema es que los seres humanos no pueden estudiarse únicamente desde un punto de vista científico – positivo como si fuéramos organismos unicelulares. Para comprender el comportamiento humano en todas sus etapas se hace necesario tomar en cuenta aspectos antropológicos, sociológicos, etnográficos, culturales, psicológicos, familiares, entre otros.
¿Por qué el estudio no hace referencia a culturas donde la madre duerme con sus hijos? La antropóloga estadounidense Jean Liedloff en su libro “El concepto del Continuum” estudia a los yecuanas, pueblo aborigen de Venezuela. En el mismo comenta que las madres duermen con los niños, más aun, los niños permanecen encima de sus madres continuamente durante todas las actividades de estas, y es un pueblo que no conoce, dentro de sus paradigmas culturales, lo que es la depresión y el llanto desconsolado de los niños.
El estudio se refiere a “bebés”: La palabra bebé define al ser que aun no habla ni se desplaza por sí mismo (En el caso humano en sus dos pies) y el cual normalmente no ha cumplido un año. Un bebé es un ser total y absolutamente dependiente. Nadie está hablando de un niño de 5 o 6 años que llora tirándose en el piso por un caramelo o un juguete (este es otro tema que quizá algún día desarrolle). Se refiere a seres dependientes desde todo punto de vista, que no poseen otro medio de comunicación o expresión que el llanto, porque aun no desarrollan el lenguaje. Dejar llorando un bebé, es decir, dejar abandonado en una cuna a un ser dependiente que no tiene cómo expresar sus necesidades es un acto que ninguna especie sería capaz de hacer. Solo la humana encuentra excusas para eso.
El bebé como ser mamífero: Por su condición de mamíferos, los bebés no están diseñados para dormir solos, sino en compañía. Si unos padres quieren adaptar al bebé a su estilo de vida, deben hacerlo con responsabilidad y conocimiento, es decir, tener presente que es nuestro estilo de vida el que no es normal y que a eso es a lo que se somete el ser humano.
Un bebé es un producto biológico que viene diseñado tal como hace 7000 años o más: con la necesidad primaria de sentir a otros cerca de él, ser alimentados y protegidos. Aleja a la madre de las crías de cualquier especie mamífera (e incluso pájaros) para ver que los pequeños empezarán a llorar en algún momento, a diferencia de otras especies con cerebros menos “desarrollados”, los cuales carecen de instinto materno, las especies “más inteligentes” lo tienen y por eso permanecen junto a sus crías hasta su total maduración, les enseñan cómo funciona el mundo, cómo ser independientes, cómo valerse por sí mismos, y en el momento en que el instinto de estos lo indica, se alejan de su madre.
Muchos me dirán que no somos “animales”, yo no recomendaría ese argumento, porque por supuesto que no lo somos, debido a que mientras más alto en la escala evolutiva, mayor desarrollo del sentimiento materno, ¿Algún gusano cuida o enseña a sus crías? Es algo curioso que mientras mayor desarrollo cerebral, menor adaptación al medio de manera inmediata después del nacimiento.
Los bebés no tienen idea de: “papá y mamá tienen que trabajar y por eso tú tienes que dormir”, como tampoco lo sabían hace miles de años. La adaptación a la sociedad actual, llena de ocupaciones y alejada de la maternidad y la lactancia, se hace después de cierta edad cuando el niño aprende (y será la base de su adultez) que todos tenemos cosas más importantes qué hacer que criarlo, acompañarlo y consolarlo a él o ella. No es poca la importancia de la familia: los mejores y más entrañables recuerdos de la infancia de una persona están asociados a su familia, la cercanía a sus padres y abuelos, experiencia de la que adolecen la mayoría de las personas de este siglo.
La necesidad de límites: Lo que hace sencilla la convivencia en una sociedad son las normas que nos rigen y que son de obligatorio cumplimiento para todos y además son exigibles, si alguien no cumple su parte y esto nos afecta, tenemos el derecho de exigir a quienes velan por el cumplimiento de las mismas que haga justicia. A un bebé también se le ponen límites, pero estos no consisten en normas que él no puede asimilar ni cumplir. Los límites de un bebé son diferentes a las normas racionales de los seres mayores asimilados a una sociedad.
Un bebé, muchas veces recién nacido, no tiene la más mínima idea de cuáles son los límites del inmenso espacio en el que se encuentra, su visión no ofrece fronteras por lo que un bebé en una cuna vive en un vacío. Cuando una madre se acerca a un bebé que llora en un espacio que para él es inconmensurable, le ofrece límites a los cuales ajustarse, es decir, el cuerpo de su propia madre (también lo puede hacer el padre u otro adulto, incluso, niños como los hermanos por ejemplo) se convierte en un espacio manejable y reconocible por él. Por eso un bebé sano, sin hambre y sin sueño deja de llorar al ofrecerle estos límites a su universo particular, por que los necesita. Un bebé enfermo o con hambre, no dejará de llorar a menos que se les satisfaga esas necesidades primarias, las cuales no tiene cómo expresar.
Cada bebé es diferente: Es importante reconocer que al igual que los adultos, los bebés son diferentes y poseen características específicas que los hace únicos. No todos los bebés necesitan estar con su madre las 24 horas del día, otros bebés duermen toda la noche, otros bebés no lloran casi nunca. Pero otros bebés, quizá en un ejercicio primario de personalidad sí necesitan a su madre un mayor tiempo, otros no duermen mucho y otros se expresan continuamente a través del lloro. Hay que recordar que el bebé, hablando de un ser que aun no desarrolla el lenguaje, no conoce otras formas de expresión. Además algunos bebés pueden sentirse atraídos por el sonido de su propia voz, de su propio llanto. Razón por la cual al ofrecerle otros estímulos, como sacarlos a la calle donde reciba un poco de luz, dejan de llorar. Algunos bebés, como algunos adultos, necesitan ser estimulados continuamente: sentir los brazos de otra persona, la luz y la sombra, el sonido y el silencio, estar secos, estar mojados, las voces de las personas, la sensación de movimiento, estar de cabeza, derechos de nuevo, etc. ¡Esto los hace sentir vivos! Otros bebés no lo necesitan tanto. Nosotros tampoco somos exactamente iguales.
El botón de “Off”: Uno de los comentarios en la publicación que me hizo gracia decía: “el que descubra el botón de “off” -que no lleve presos a sus padres- gana el Nobel”. Para los padres que buscan el botón de “Off” en sus bebés, les tengo una mala noticia: Los bebés no tienen “botón de Off”… como tampoco los adultos.
Los adultos sanos duermen toda la noche porque realizan actividades durante el día y tienen desgaste físico y mental, porque nuestras hormonas ya reconocen el día de la noche y porque pocos tenemos la oportunidad de dormir durante el día. Sin embargo, durante un mes, no dormimos igual todas las noches. ¿Cuántas veces hemos pasado la noche en vela aun estando cansados y sabiendo que debemos despertar temprano? Lo mismo con las comidas ¿Quién no tiene días con un hambre voraz en cambio otros días que no provoca comer? Todos tenemos un horario para estas actividades, pero ese horario es flexible, de acuerdo a nuestro estado de ánimo y de lo que hayamos hecho en ese día. Diseñarle un horario inflexible para todo a un bebé, es tan estresante y contraproducente como diseñárselo a un adulto. Los padres deben entender que lo que produce incomodidad no es el bebé en el estilo de vida, sino el estilo de vida para el bebé. Si los padres tuvieran tiempo para atenderlo y no estuvieran sometidos a horarios inflexibles en sus actividades, podrían permanecer despiertos con su hijo o hija todo el tiempo que este lo necesitara.
Sé qué no es fácil tener un bebé que es despierto, activo y que disfruta de los estímulos que se le ofrecen. Solo puedo decirles dos cosas a quienes conviven con un lindo bebé con estas características:
Seguridad
Lo que hace inseguro a un niño o a una niña es la inseguridad de los padres. Ahora han surgido algunos “expertos” que abogan por el que los padres no son guías de sus hijos, esto es totalmente falso. Son los padres quienes le muestran a su hijo el funcionamiento del mundo y se supone que para esto debe conocerlo y tener ciertas competencias dentro de él. Los progenitores de cualquier especie mamífera guían, enseñan y educan para que los hijos adquieran las mismas competencias de manera que puedan vivir en una familia y en una sociedad.
Si tuviéramos que hacer un largo viaje por un territorio desconocido pondríamos toda nuestra confianza en quien ya conoce el camino y este nos ayudará a evitar peligros y a desviarnos de nuestro curso por lo que disfrutaríamos del viaje y nos sentiríamos seguros a su lado. Si esa persona demostrara desconocimiento del terreno, nos llenaríamos de temores y desconfiaríamos de todo lo que nos rodea.
Yo no puedo dar soluciones mágicas porque eso No existe. Algunos padres optan por el colecho (dormir con el niño) en la cama, otros utilizan una variación del colecho al poner a dormir juntos a los hermanos. Intenten diferentes estrategias hasta que den con la que sea más cómoda y viable para todos. No teman equivocarse. Ser seguros no es ser perfectos, es tener la capacidad de reconocer los errores y rectificarlos, pero principalmente es tener la absoluta certeza que como personas estamos capacitados para ser padres y que la solución a los problemas de sus hijos está dentro de ustedes mismos. Pueden solicitar una guía, algunos consejos, pero son ustedes mismos, si es posible, juntos, quienes pueden resolverlo.
Paciencia
Les puedo dar una buena noticia: en algún momento, variable para cada bebé, este dormirá toda la noche. Eso sí, seguramente sea después del año y medio. Como ya dije, algunos bebés desde nacidos duermen toda la noche, otros prefieren dormir solos y otros dormirán toda la noche solo después de los dos años, cuando son capaces de gastar por sí mismos, toda la energía que tienen.
Paciencia para cuando quieran dormir con ustedes, paciencia cuando estén aburridos y no sepan manejar su frustración, paciencia para cuando despierten a las 3 de la madrugada, paciencia, paciencia, paciencia… la misma que los niños necesitan con nosotros mientras aprendemos con ellos, porque ni somos perfectos ni ellos muñecos.
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